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FUTBOLISTAS: ¿PERSONAS O MÁQUINAS?

Si entendemos por una máquina un objeto compuesto por un conjunto de piezas que realiza un trabajo determinado, ya se podría evidenciar en esta descripción la primera gran diferencia entre el futbolista y la máquina, y sería el estado de ánimo presente en el primero.


Bien es cierto que el futbolista actual, principalmente en el deporte de élite, está caracterizado por trabajar prácticamente todos los factores que influyen en su rendimiento deportivo. Todo está planificado, comenzando por la estrategia, la carga física, psicológica, la nutrición o las horas de descanso. Es un arduo trabajo el que conlleva intentar igualar al ser humano con la máquina, ya que la máquina, al pulsar un botón, por sí sola realiza un trabajo programado con un mínimo margen de error, “pensando” pero no sintiendo, por el contrario el futbolista, como ser humano, piensa para después sentir, y siente para después actuar.


Pues bien es aquí donde entra en juego el factor psicológico, el que impera en el ser humano y no en la máquina. En cierta ocasión se pudo escuchar en palabras de Jorge Valdano que “el fútbol es un estado de ánimo”, y en cierta medida es así. Las variables psicológicas que predisponen al rendimiento óptimo -ser lo más parecidos a una máquina- fluctúan en la mente del futbolista dependiendo de cuáles sean o no sus pensamientos derivados de las vivencias en su día a día, favoreciendo su equilibrio mental o por el contrario alterando su estado psicológico.


Son bastantes los casos conocidos de profesionales del fútbol que aun teniendo un talento más que reconocido, disminuyen su rendimiento dependiendo de las situaciones que les toque vivir, ya sean deportivas como una lesión, ir o no convocado o el sentimiento de pertenencia al grupo, o por otro lado personales como puede ser un conflicto familiar o cualquier situación vital estresante al margen del deporte. Y es que ya lo decía el filósofo Griego Epícteto “no es lo que nos sucede sino lo que nos decimos acerca de lo que nos sucede”, frase que a lo postre sería la precursora de la psicología cognitiva actual.


El futbolista, tanto para potenciar su beneficio deportivo como para limitarlo, piensa y siente, existiendo una relación directa entre lo que pensamos, sentimos y la posterior acción o desempeño de una tarea. La máquina, por el contrario, si está programada para generar 100 productos en una hora, lo hará independientemente de lo que ocurra a su alrededor.


Ya son muchos los equipos profesionales y amateurs que incorporan al cuerpo técnico tradicional la figura del psicólogo deportivo, siendo la principal función de éste la de entrenar mentalmente las variables que condicionan el rendimiento del futbolista, analizando los factores que influyen en su beneficio o en su limitaciones, y por tanto acercando a la persona a la excelencia, es decir, a ser como una máquina.


Aunque es bien seguro que las nuevas investigaciones en diferentes ámbitos y sus aplicaciones acercarán cada vez más al futbolista a la excelencia deportiva mantenida en el tiempo, siempre quedará el factor humano que caracteriza a toda persona, ese que nos hace SENTIR en mayúsculas. Porque para lo bueno y lo menos bueno, el sentimiento es la fuente de energía en la que el ser humano hasta el día hoy es superior a la máquina.





Fuente imagen destacada: http://www.bvb.de

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