¿Qué es la presión psicológica?
La presión psicológica tiene una relación directa con el nivel de activación, considerándose éste como la respuesta de nuestro organismo que indica en qué grado de relajación o de excitación/alerta se encuentra el deportista.
Los motivos por los que un deportista puede tener presión psicológica en la práctica deportiva se centran principalmente en la demanda que supone una determinada tarea además de las expectativas que tanto el propio deportista como su entorno han generado acerca del rendimiento en dicha tarea. Por ejemplo si un club paga una cantidad estratosférica por un delantero y tras 3 o 4 partidos el jugador no ha conseguido ningún gol, con una alta probabilidad y si además no sabe gestionar la presión, este deportista saldrá al siguiente partido teniendo que dar el máximo y con la mente puesta en marcar un gol. Esta situación es generadora de estrés negativo, dando lugar al aumento en su estado de activación y provocando una situación de ansiedad.
¿A qué llamamos Ley de Yerkes-Dodson?
Es la ley que explica la relación entre la ansiedad y el rendimiento deportivo y afirma que cuando el nivel de activación es moderadamente elevado, el rendimiento será óptimo. Por el contrario, si el nivel de activación es demasiado bajo como por ejemplo cuando existe exceso de confianza, o demasiado alto en el que aparecen síntomas de ansiedad, el rendimiento disminuirá.
Ley de Yerkes-Dodson o U invertida.
En las investigaciones realizadas en la relación al nivel de activación o estrés, se demuestra cómo el cerebro activa una zona concreta cuando estamos realizando una tarea que ya hemos aprendido, es decir, cuando conocemos con claridad una tarea y la desempeñamos con el nivel óptimo de activación, nuestra acción se automatiza y entraríamos en el denominado Estado de Flow. Por el contrario, si hay un exceso de activación provocado por la ansiedad que nos produce la tarea, la parte del cerebro que se activa es la relacionada con los primeros aprendizajes, es decir, con ansiedad pasaríamos de ser unos expertos a meros aprendices.
Aclarado este término, lo ideal sería poder reconocer qué nos genera el exceso de activación y aprender las herramientas necesarias para poder reconducir nuestro rendimiento a su zona óptima.
¿Cómo reconducimos el estado de presión?
Existen una serie de herramientas que con el trabajo cotidiano en el entrenamiento, pueden ayudar al deportista a revertir una situación presión psicológica.
En primer lugar es importante que nuestros pensamientos vayan orientados a objetivos de rendimiento y no de resultado, ya que los segundos no dependen de nosotros. No depende de ti ganar un partido, marcar un gol o ganar una liga ya que puede que encuentres mejores equipos en el camino. Sin embargo sí que depende de ti mejorar tu control con las dos piernas si eres futbolista o mejorar tu segundo servicio si eres tenista, por tanto centrarse en lo que dependa de ti mejorar favorece tu propio control de la situación y por tanto disminuye el grado de activación.
Otra de las herramientas que se debe utilizar es la utilización de un lenguaje positivo en forma de autoinstrucciones tanto en entrenamientos como en competición. El deportista se debe centrar en un autodiálogo que sume a su rendimiento, utilizando palabras claves que lo introduzcan de nuevo en la competición. Pase lo que pase podemos ensayar a través de la práctica imaginada cómo responder ante diferentes situaciones que puedan sobreactivarnos y aprender qué palabras o frases decirnos para guiarnos hacia el presente, nuestro gran objetivo.
Provocar durante el entrenamiento situaciones reales en las que pueda existir presión psicológica, por ejemplo entrenar con resultado en contra, con un jugador menos, etc. Este tipo de actividad nos acerca hacia posibles realidades que posteriormente puedan darse en la competición, por tanto, si se producen situaciones en las que el deportista aprenda a responder bajo presión, estará mejor preparado para responder y su nivel de activación se acercará al óptimo.
Igualmente importante son las técnicas de relajación y respiración controlada que regulen y guíen el estado de activación si existe una sobreactivación tanto en momentos previos a la competición como en la competición misma. Con este tipo de técnicas se provocará una disminución en las pulsaciones, se favorecerá una respiración más estable y por tanto se conseguirá regular el estado de activación que permita al deportista volver a su estado óptimo de rendimiento.
Por último, es determinante tener en cuenta que si disminuimos nuestro rendimiento por un exceso de activación, existe la posibilidad de comenzar de nuevo en la tarea de forma sencilla e ir poco a poco dificultándola hasta que la activación vuelva a su estado de rendimiento óptimo.
Bibliografía:
- Boillos, D. (2016). La mentalización en el fútbol moderno. Madrid: Biblioteca
Nueva.
- Csikszentmihalyi, M., Jackson, S. (2002). Fluir en el deporte.Barcelona: Editorial Paidotribo.
- Csikszentmihalyi, M. (2009). El flujo. Emociones positivas . Madrid: Ediciones Pirámide.
- Girod, A. (2009). Tenis. Entrenamiento de la fuerza mental. Madrid: Edicioines Tutor.
- Tamorri, S. (2004). Neurociencias y deporte. Barcelona: Paidotribo.
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